Este mes morado, necesito pedir un milagro. El milagro de creer en la posibilidad de una ciudad donde se pueda realmente habitar en comunidad. Por eso, estas líneas expresan una situación de tristeza para nuestra ciudad. Tristeza por lo que pudo ser y no fue. Tristeza por lo que fue y ya no es…En Trujillo hubo, alguna una vez, un sueño de desarrollo cultural. Pero el tiempo, inexorable, ha cambiado el espíritu que se tuvo alguna vez aquí, si bien permanecen seres ilusos que se niegan a rendirse.
¿Qué lugar ocupa la arquitectura, en este aparente esfuerzo? Si una forma artística no ha recibido en nuestro Trujillo la atención que otras reciben –limitadamente, pero reciben- es la arquitectura. Pese a su trascendencia como proceso para la formación realmente ciudadana, no se la considera en su real valor como un arte, un símbolo de la vida e impronta cultural del grupo humano.
Idealmente, la arquitectura es un proceso de creación espacial de metáforas estéticas de organización social, con un objeto de uso y significación para la vida individual y el grupo. Y agreguemos al urbanismo, como hecho creativo para creación de espacios de vida. ¿Se procura realmente una humanización del espacio urbano?
Permítanme una sonrisa. ¿Qué tipo de ciudad se va construyendo? Aquí no se deja habitar. La falta de cultura cívica, en los ciudadanos e incluso en las autoridades, no lo permite. La realidad golpea al ensueño. El continuo crecimiento urbanístico de Trujillo, forja -en tantos casos- nuevos espacios que carecen de alma. ¿Y hay quienes se atreven a soñar en un ideal urbano? Trujillo es hoy, una especie de emblema nacional de la corrupción y la criminalidad. Nuestra región lleva un nombre irónico: La Libertad. ¿Qué libertad? Más bien, libertinaje. Y no hablo del país. Solo me refiero al caos cívico en Trujillo. ¿Qué puede esperarse si sus autoridades deciden, autocráticamente, como debe ser el espacio público, sin tomar en cuenta la opinión del público ni de los técnicos?
Aquí no se ha logrado educar ni fortalecer un sentido de la importancia del espacio. Sin embargo, en 1943, se diseñó un plan regulador urbano, rodeado de parques: las avenidas España y América eran las pautas. Se disolvió en la actual confusión. En 1995 y 2012 hubo planes reguladores, pero ya la ciudad era otra. Hoy, Trujillo semeja una ciudad parecida a todas las demás. Veo edificios con ventanas que parecen nichos de cementerio. ¿La muerte de los ideales arquitectónicos y urbanos? Se impone la masificación, la relativización, la voluntad pragmática, la heterogeneidad incoherente, ilógica e injusta, el comercialismo avasallador. Es lógico que el crecimiento económico exija una ciudad diferente. Más, no se trata de aglomerar espacios incoherentes para organizar la vida y el trabajo. Una ciudad es la manifestación máxima de las pautas, premisas y valores de una cultura. Es una expresión del espíritu.
Sin embargo ¿por qué preocuparnos por lo que alguna vez fue? Respondo preguntando: ¿es ineludible ese pragmatismo absoluto, para quien el pasado ya no tiene una razón de ser y al cual, en todo caso, se debe tolerar? Pasado del cual no solo las casas coloniales y neoclásicas -espacios que van desapareciendo- sino las casas y edificios de los años 60 y 70: o ya no existen, las han transformado o están escondidas dentro del protagonismo soberbio del comercialismo. Salvo contadas excepciones, se construye -incluso en el centro histórico- edificios de un gusto cuestionable. ¿Y los parques como espacio de encuentro? ¿Qué imagen de ciudad tienen los trujillanos de hoy y tendrán los del futuro?
La falta de una cultura arquitectónica no se da solo en los ciudadanos comunes sino -también y trágicamente- en intelectuales, arquitectos y urbanistas y, sobre todo, en las autoridades políticas. Sin orientación precisa, caminamos por rumbos prestados. ¿Logrará la arquitectura de este presente y el porvenir proponer espacios y volúmenes relacionados con los veros ideales del grupo, o seguiremos copiando -y haciéndolo mal todavía- las formas de una supuesta globalización? Y seguimos sin comprender la perentoria necesidad de diseños creativos que puedan reconstruir nuestra identidad.
¿Y las facultades de arquitectura? ¿El colegio de arquitectos? Deberían luchar por un proceso de educación sobre el valor del espacio arquitectónico y urbano, como formación de vida e integración humana. Plantear que una ciudad, como “ser” histórico, puede conservar–dentro de la contemporaneidad- el ideal de integración cívica. Si lo hacen, es en silencio o a las autoridades no les interesa. Pido el milagro de una ciudad dirigida a una humanización del espacio urbano. ¿Palabras al viento? No quiero repetir la afirmación de José Eulogio Garrido: a Trujillo “se lo ha llevado el viento…lo ha tumbado el tiempo”.
Plan regulador de Trujillo- 1943- Arq. Carlos Morales Machiavello
Plan de Desarrollo Metropolitano de Trujillo 1995-2010
https://es.scribd.com/…/Plan-de-Desarrollo…
Evolución urbana de Trujillo del Perú
https://composicionurbana.blogspot.com/…/trujillo-del…

