La creciente ola de inseguridad en La Libertad ha dado un nuevo golpe al sector empresarial. Ayer por la noche, un artefacto explosivo fue detonado en el gimnasio “Metal Gym”, ubicado en la avenida Túpac Amaru, sector Mochica, cerca de la sede de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (Diroes) en la urbanización Las Quintanas. Este violento acto, atribuido a extorsionadores que buscaban cobrar un “cupo” al negocio, no solo causó daños materiales significativos, sino que llevó a los propietarios a tomar la difícil decisión de cerrar indefinidamente el establecimiento.
Un ataque premeditado
La explosión ocurrió alrededor de las 10:30 p.m., cuando el gimnasio ya había cerrado sus puertas al público. Según testigos, el estruendo alarmó a los residentes de la zona, quienes describieron la escena como caótica, con vidrios rotos y escombros dispersos en la entrada del local. Afortunadamente, no se reportaron heridos, pero los daños a la fachada y la estructura interna fueron considerables.
El ataque presuntamente fue perpetrado por extorsionadores, quienes habrían exigido un pago al dueño del gimnasio para «garantizar» su seguridad. Ante la negativa del propietario a ceder a estas amenazas, los criminales recurrieron a la violencia para intimidar y forzar el cumplimiento de sus demandas.
El cierre definitivo
Horas después del incidente, los propietarios de “Metal Gym” emitieron un comunicado a través de sus redes sociales, en el que anunciaron el cierre definitivo del gimnasio. En el mensaje, expresaron su pesar por la situación y aseguraron que devolverán de manera proporcional las membresías activas de sus clientes.
“Debido a los recientes eventos que comprometen nuestra seguridad y la de nuestros clientes, hemos tomado la difícil decisión de cerrar las puertas de nuestro gimnasio. Lamentamos profundamente esta situación y procederemos a realizar la devolución proporcional de las membresías activas a nuestros clientes. Agradecemos a todos por su apoyo y comprensión”, se lee en el comunicado.
La noticia generó una ola de solidaridad por parte de los clientes y vecinos del sector, quienes expresaron su indignación y repudio ante la violencia que afecta a negocios locales. “Era un lugar donde íbamos a despejarnos y cuidar nuestra salud. Es muy triste que ya no podamos contar con él por culpa de estos delincuentes”, comentó uno de los clientes habituales.
Este caso no es un hecho aislado en La Libertad. Según estadísticas de la Policía Nacional del Perú (PNP), la extorsión y los atentados contra negocios han ido en aumento en los últimos años, especialmente en Trujillo y sus alrededores. Las bandas criminales han encontrado en este delito una forma de financiarse, convirtiendo a pequeños y medianos empresarios en blancos recurrentes de sus amenazas.
“Estamos en una situación insostenible. Los delincuentes no solo piden dinero, sino que usan métodos violentos para imponer miedo. Muchos terminan cerrando sus negocios porque no pueden garantizar su seguridad ni la de sus clientes”, comentó un comerciante de la zona, que prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias.