Por Nátaly Guillermo
María Alejandra Carranza Bayona, de 24 años de edad, despertó temprano el domingo 22 de enero. Realizó su rutina matutina con mucha tranquilidad en su hogar, ubicado en El Golf, hasta que Greyk Jefferson Huamán Marino, un amigo cercano y de confianza, le escribió.
Tras un breve intercambio de mensajes por WhatsApp, acordaron salir a cenar ese mismo día a las 10:00 p.m. Y, llegado el momento, Jefferson pasó a recoger a María Alejandra a su casa, y se dirigieron a una pizzería en Huanchaco; sin embargo, el local estaba cerrado, así que decidieron ir al conocido restaurante Coco Torete en la avenida Larco. Jefferson Huamán llamó al dueño del local para reservar un salón VIP, lo cual se lo garantizaron en ese mismo instante.
Además de los platos fuertes, piden una botella de vino de buena calidad. Según María Alejandra Carranza, ellos se habrían quedado hasta aproximadamente la 1:50 a.m., hora en la que Jefferson aprovechó para invitarle a ir a un evento en la discoteca de su propiedad llamada “Florida”, ubicada en la carretera Panamericana Norte. Ella aceptó, pero primero fue a ocupar el baño del primer piso antes de retirarse. Según refiere la jovencita, al volver a la mesa, encontró a Jefferson junto a dos copas de agua y le dijo que se trataba de un brindis de despedida.
Alejandro bebió. Pocos minutos después empezó a sentirse rara: mareos y visión borrosa, su cuerpo comenzó a calentarse y, según sus propias palabras, empezó a sentir excitación. Pensó que ya se le iba a pasar, así que subieron al carro de Jefferson Marino con dirección a la discoteca Florida. Ya en el interior del vehículo -según denunció María Alejandra- él intentó besarla y acercar su cabeza con su mano, pero ella no le dejó y lo alejó. Le dijo que se estaba sintiendo extraña y que jamás se había sentido así. Sin embargo, según refiere la denuncia, el dueño de la discoteca “Florida”, nuevamente intentó besar y la empezó a tocar sus zonas íntimas.
A raíz de todo eso, María Alejandra Carranza Bayona denunció a Greyk Jefferson Huamán Marino de haber echado una sustancia a su bebida, con el objetivo de abusar sexualmente de ella. Aún en su carro, ya ingresando a la discoteca, ella refiere que intentó bajarse del automóvil, pero él le sujetó las dos muñecas para retenerla. En un momento que él se distrae, María Alejandra le escribe urgentemente a una amiga pidiéndole ayuda, quien, al leerla, se preocupa y decide llamarla. Lamentablemente no pudo contestar, pues Greyk Jefferson le arrebata su celular y cuelga.
Su amiga entendió que se encontraba en riesgo, así que fue a la discoteca Florida lo más rápido que pudo. Mientras tanto, María Alejandra trataba de mantenerse consciente con todos sus esfuerzos, no quería ni imaginar lo que le pasaría si su mente se nublaba en esa situación.
“Tuve que pedir ayuda a una amiga que vino por mí, porque él intentó propasarse con tocamientos en mi cuerpo con los cuales yo no estuve de acuerdo. Ella me rescató”, mencionó María Alejandra Carranza en su denuncia pública en Instagram.
BEBIÓ ESTIMULANTES
Posteriormente, la jovencita, acompañada de su amiga y de su abogada Lourdes Lindao, acudieron a la comisaría de Ayacucho para formalizar la denuncia. Allí le tomaron su declaración, en presencia del fiscal de turno, William Rabanal Palacios, y también se realizó un examen toxicológico para comprobar su versión. Los resultados se dieron a conocer el mismo día, y fueron contundentes: positivo para anfetamina, metanfetamina y éxtasis.
En uno de los videos que ella publicó, se puede ver sus pupilas dilatadas. Según la organización InfoDrogas, la dilatación de pupilas está en la lista de los efectos principales de ingerir metanfetamina.
Greyk Jefferson Huamán Marino, tras enterarse de la denuncia en su contra, escribió una solicitud a la jefatura de la comisaría de Ayacucho, para que se le tome su declaración. Asimismo, pidió que se reciba la versión de los hechos del vigilante de su local, Guillermo Armando Reyna.
En las redes sociales, María Alejandra insiste en que jamás podrá olvidar aquella madrugada en la que tuvo miedo por su integridad. “Creí que era mi amigo. Le brindé mi confianza”, escribió.