El alcalde de la Municipalidad Provincial de Trujillo (MPT), Mario Reyna Rodríguez, afirmó que desde el inicio de su gestión se ha logrado una reducción significativa en la cantidad de homicidios por sicariato en la ciudad.
Según las cifras manejadas por la comuna, en el 2023, bajo la gestión del prófugo exalcalde Arturo Fernández Bazán, se registraron 43 asesinatos en el distrito de Trujillo, mientras que, en el 2024, cuando Reyna asumió el cargo, la cifra descendió a 21 homicidios, lo que representa una reducción del 55 %.
El burgomaestre también destacó una disminución de asesinatos a nivel provincial, abarcando distritos con altos índices de criminalidad como Florencia de Mora, La Esperanza, Alto Trujillo, El Porvenir y Laredo. De acuerdo con la data municipal, en 2023 se reportaron 154 homicidios en la provincia de Trujillo, mientras que en 2024 la cifra bajó a 119, lo que equivale a una reducción del 25%.
Reyna atribuyó estos resultados a un cambio en la estrategia de seguridad, destacando que en 2023 no existía coordinación alguna con la Policía Nacional del Perú (PNP), sino que, por el contrario, la relación con la institución estuvo marcada por insultos y falta de cooperación. En ese contexto, no se brindaban unidades móviles a la Policía ni se implementaban operativos conjuntos con el serenazgo municipal. “Lo que pasa es que en 2023 no había ninguna coordinación con la Policía. En 2024, a diferencia de 2023, sacamos a las calles los patrulleros municipales y fortalecimos el trabajo integrado”, explicó.
A pesar de los avances, el alcalde reconoció que la reducción en la cifra de homicidios no es solo resultado de su trabajo, sino del esfuerzo conjunto de diversas autoridades. No obstante, reiteró la importancia de mantener coordinación efectiva con la PNP y otras entidades de seguridad para continuar con la lucha contra el crimen organizado y la violencia en la provincia.
Las declaraciones de Reyna llegan en un momento de gran preocupación ciudadana, en medio de una crisis de inseguridad en Trujillo, donde la extorsión, los atentados con explosivos y los asesinatos por encargo siguen siendo una amenaza latente. La percepción de inseguridad se mantiene alta, y aunque las cifras muestran una reducción en los homicidios, la población exige acciones más contundentes para garantizar la seguridad en las calles.