Plan Zanahoria en Trujillo: Una luz de esperanza frente a la inseguridad ciudadana

José Antezana Soto

Especialista de seguridad y promotor del Plan Zanahoria

En un contexto donde la inseguridad ciudadana ha alcanzado niveles alarmantes, el crimen organizado parece fortalecerse con el actuar de sicarios y extorsionadores que siguen enlutando a cientos de familias peruanas.

La falta de autoridad y de decisiones efectivas por parte de las autoridades nacionales ha agravado este panorama. Sin embargo, en Trujillo, una decisión reciente del alcalde Mario Reyna parece ofrecer una esperanza en el ámbito preventivo: la implementación de la “Ordenanza Zanahoria.”

Esta medida busca combatir problemas como la contaminación acústica, la inseguridad y el desorden en los centros de diversión nocturna, con el objetivo de devolver la tranquilidad a la ciudad. La «Ordenanza Zanahoria» se erige como una estrategia preventiva que no solo recupera el principio de autoridad, sino que también se presenta como una oportunidad para establecer un ambiente de respeto mutuo, en el que los derechos de todos los ciudadanos sean protegidos.

El Plan Zanahoria, concebido originalmente en 2007 y promovido en 2008, logró su formalización en 2014 bajo la gestión de la exalcaldesa Gloria Montenegro. Aunque inicialmente careció de una implementación sostenible y consistente, su reactivación bajo la actual administración municipal es una oportunidad para corregir el rumbo. Casos como el de Santiago de Chile demuestran que, con una adecuada cultura de prevención, el establecimiento de horarios regulados para actividades comerciales y de entretenimiento puede contribuir significativamente al orden social.

Para garantizar el éxito de esta estrategia, es fundamental que la ordenanza sea articulada de manera integral. Esto implica el compromiso y colaboración de todos los actores: operadores de seguridad ciudadana, comunidad en general, alcaldes territoriales, empresarios de centros de diversión, organizaciones sociales, y otros espacios de influencia. Además, es crucial dar a conocer las bondades del Plan Zanahoria, que no solo promete tranquilidad, paz, orden y control, sino que también tiene el potencial de generar empleos y garantizar ingresos sostenibles para los empresarios, siempre y cuando se respeten los horarios de cierre establecidos.

Sin embargo, para que esta iniciativa prospere, la honestidad y profesionalismo de los funcionarios públicos encargados de su ejecución son esenciales. Es imperativo evitar que esta medida caiga en manos de la corrupción, un problema endémico que sigue afectando la gestión pública en nuestro país.

Más allá de la acción de las autoridades, la responsabilidad también recae en las familias trujillanas. Los padres deben asumir un rol activo en la supervisión de sus hijos, especialmente aquellos jóvenes atraídos por la vida nocturna, que con frecuencia pone en riesgo su salud y seguridad. Establecer un horario de retorno a casa no solo les protege, sino que también contribuye al cumplimiento del objetivo de esta ordenanza: garantizar un Trujillo más seguro y ordenado.

El éxito del Plan Zanahoria en Trujillo podría inspirar a otras municipalidades del país a replicar esta medida, convirtiéndola en una política nacional que beneficie a miles de peruanos. La clave para lograrlo es la unidad entre el pueblo y sus autoridades, trabajando juntos en la prevención y el respeto mutuo.

Si logramos construir una cultura de prevención, respeto y orden, estaremos más cerca de alcanzar el objetivo de un Perú más seguro y tranquilo, en beneficio de todas las familias. Que el Plan Zanahoria sea el primer paso en este camino hacia un futuro más esperanzador.

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