En la madrugada de hoy se desplegó en la ciudad un megaoperativo, apuntando directamente al corazón de la organización criminal conocida como «Los Malditos de El Triunfo Nueva generación”. Estos siniestros personajes se habían convertido en sinónimo de sicariato, extorsión y terror en la región de La Libertad, según las pesquisas.
Sin embargo, lo que más sorprendió a las autoridades fue el descubrimiento de un eslabón clave en el engranaje del crimen: el suboficial de tercera Daniel Josué Reyes Morales, un miembro del Grupo Terna de la PNP de Trujillo. Este agente de la ley, cuyo deber era proteger y servir a la sociedad, estaba entrelazado de forma inextricable con la temible banda, al ser nada menos que el cuñado del líder supremo, Juan Ramón Sánchez Cerna, alias «Serrano Cheng». Reyes Morales mantenía una relación sentimental con Floridelia Sánchez Cerna, la hermana del malvado cabecilla, según las investigaciones.




Al suboficial Reyes Morales se le atribuyen macabras tareas. De acuerdo con las pesquisas llevadas a cabo por el fiscal William Rabanal Palacios, se descubrió que este policía tenía un papel fundamental dentro de la organización criminal. Entre sus responsabilidades, se encontraba la de alertar sobre los operativos policiales en marcha, limpiar el terreno de otras bandas rivales y proporcionar armas de fuego a sus siniestros camaradas. Además, tramitaba licencias para que los delincuentes pudieran portar armas de fuego legalmente. La sombra de la traición cubría su reputación, y dos testigos protegidos atestiguaron contra él, arrojando luz sobre su oscura connivencia con el crimen, según las investigaciones.
El arresto de Daniel Reyes Morales se ejecutó en su residencia de dos pisos, ubicada en la calle Santa Ana N° 764 del distrito El Porvenir. Pero esta morada de doble faz ocultaba algo más siniestro. No solo era el hogar del suboficial, sino que también albergaba su negocio «Licorería Reyes», una fachada bien disfrazada de actividades legítimas, según las pesquisas. Desde este punto de operaciones, la banda de los malditos había llevado a cabo una serie de crímenes que sembraron el miedo y la desesperación en Trujillo, La Esperanza, El Porvenir y otros distritos de La Libertad. Los criminales se especializaban en extorsionar a empresarios, microempresarios y comerciantes, arrancando sumas exorbitantes bajo la amenaza de muerte o la destrucción de sus propios negocios.
El modus operandi de «Los Malditos de El Triunfo» era cruel y despiadado. Marcaban a sus víctimas, observando sus movimientos con detenimiento, antes de cometer robos agravados y arrebatarles grandes sumas de dinero. Empresas de transporte público, obras de construcción y comerciantes formales se encontraban entre sus objetivos preferidos. La banda también se dedicaba a la invasión de terrenos para su posterior venta, y una vez establecidos como dueños de facto, obligaban a los nuevos propietarios a pagarles cupos.
La diligencia de las autoridades permitió la detención de un total de 17 individuos, incluido el temido líder Juan Ramón Sánchez Cerna, alias «Serrano Cheng». Esta captura masiva constituye un duro golpe para la organización criminal, desbaratando su estructura y enviando un mensaje claro de que la justicia no descansará hasta erradicar el mal que acecha a la sociedad.
El botín obtenido durante los allanamientos también revela el entramado de extorsión. Se incautaron tres armas de fuego, incluyendo un revólver completamente cargado y dos pistolas con sus respectivas municiones. Pero el descubrimiento más revelador ocurrió en las celdas del penal El Milagro de Trujillo, donde los presos Jeferson Jack Herrada Valdivia, Wilson Confesor Álvarez Alfaro, Rodman Oliver Bravo Chup y Yefferson Cruzado Gamboa se encontraban alojados. Allí, las autoridades encontraron cuatro cuadernos con números telefónicos de posibles víctimas de extorsión, una biblia con anotaciones telefónicas y nueve recortes con apuntes de teléfonos de otras víctimas potenciales.