Salvavidas para Mannucci/Oswaldo Rivasplata

Por Oswaldo Rivasplata

Mi suegro, con la autoridad que le dan su trayectoria deportiva y 84 abriles bien vividos, “no es culpa del entrenador”, reitera, mientras acuchilla su carne cual si se tratara del resto de un dirigente azul y rojo. Luego, termina de masticar y “ese equipo no tiene jugadores”, remata.

Desayuno. Las 8 a.m. de otro domingo triste y un año deprimente para cualquier hincha del Carlos Mannucci. Como mi suegro, de pronto. De un club que, con justicia, es penúltimo en la tabla y acumula las peores estadísticas de su historia. De ser el más perdedor, el que menos goles ha hecho y más goles ha recibido, el peor local y el peor visitante, y, lo más preocupante, el que menos juega. Pues cuando las derrotas se suman como cataratas no queda sino proyectar una posibilidad de mejora según el desenvolvimiento en la cancha. Y eso, lamentablemente, tampoco da esperanzas para el caso del equipo más popular de nuestra ciudad. Que hace rato anda pésimo y recién nomás, contra Comerciantes Unidos, no llegó cinco veces al arco en noventa minutos hasta perder con total merecimiento.

Ora, fea costumbre de los últimos años entre entrenadores  uruguayos, mexicanos, argentinos, peruanos y brasileños, vuelve a cambiar de comando técnico. “Pero es por las puras”, repite don Rogelio. “No tienen buenos jugadores, sus contrataciones han sido malísimas”

Ojalá se equivoque. Ojalá, también, los directivos equilibren su plantilla con un par de refuerzos de alto nivel para el medio antes que cierre el libro de pases (Cristopher González, Pablo Lavandeira y Víctor Guzmán, por ejemplo, por citar a tres futbolistas aún con opción) y salven un barco que zozobra.

Hasta la próxima.

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