La vida de Víctor Antonio de la Cruz Chuquipoma, de 28 años, fue apagada brutalmente por los disparos de sicarios aún no identificados. Este asesinato no solo marca otro trágico episodio en la ola de violencia que azota a la región, sino que revela una compleja historia de amenazas y conflictos personales que rodeaban a la víctima.
El hecho de sangre se registró en la intersección de las avenidas Miguel Grau y Manco Cápac, justo frente a la botica Brilla Sol, donde un sonido estremecedor rompió el silencio de la madrugada: nueve disparos seguidos, que dejaron a Víctor tendido en el suelo, boca abajo, sin signos de vida.
Testigos aseguran haber visto a dos hombres a bordo de una motocicleta huir rápidamente tras el ataque. El sonido del motor de la motocicleta se desvaneció en la distancia, mientras el cuerpo de Víctor Antonio de la Cruz Chuquipoma yacía inerte, con impactos de bala que atravesaron su cuerpo en múltiples puntos.
Cuando los agentes de la Policía Nacional del Perú (PNP) llegaron al lugar, encontraron a la víctima en posición de cúbito ventral, rodeada por nueve casquillos de bala esparcidos en el pavimento. El brillo metálico de los proyectiles en el suelo fue la única evidencia que los sicarios dejaron detrás.
El nombre de Víctor Antonio no era desconocido para la Policía. De acuerdo con el Sistema de Información Policial (SIDPOL), tenía antecedentes que complican aún más las razones detrás de su homicidio. Víctor había sido intervenido anteriormente por un caso de posible usurpación de terrenos, un delito común en una región donde las disputas territoriales suelen resolverse con violencia.
Además, se conoció que Víctor enfrentaba dos denuncias por violencia familiar en agravio de su exconviviente, con fechas registradas el 30 de marzo y el 5 de julio de 2021.