La justicia argentina emitió una orden de captura nacional e internacional contra Tony Janzen Valverde Victoriano, un joven trujillano de 20 años conocido con el alias de Pequeño J, acusado de ser el autor intelectual del triple crimen de Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez, halladas enterradas en una vivienda de Florencio Varela.
El caso conmociona tanto a Argentina como al Perú debido a la crueldad con la que se perpetró el crimen, supuestamente transmitido en vivo por redes sociales como un mensaje de poder hacia sus lugartenientes.
Notificación roja de Interpol
El Departamento Interpol de la Policía Federal Argentina (PFA) incluyó al trujillano en la base de datos de notificación roja, lo que implica una alerta mundial para localizarlo y detenerlo con fines de extradición. La orden judicial lo imputa por homicidio agravado con alevosía, ensañamiento, violencia de género y la participación de varias personas, con pruebas e indicios que lo vinculan directamente con la planificación del crimen.
La Policía bonaerense allanó un complejo habitacional en Isidro Casanova, La Matanza, donde solía dormir el sospechoso. Aunque no fue hallado, se incautaron una pistola con 13 municiones, dinero, comprobantes de transferencias al Perú y un DNI adulterado, presuntamente para evadir controles policiales.
Otra pista llevó a Florencio Varela, donde un joven contratado para cavar el pozo de los cuerpos fue detenido. Una vecina entregó a la Policía una pala, un pico y un parlante que el sujeto le pidió guardar, confirmando la planificación previa del crimen.
Transmisión del horror
Según el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, Pequeño J transmitió en vivo la tortura de las víctimas ante un grupo de 40 a 45 personas, afirmando: “Así le va a quien me roba”. Las jóvenes, de 15 y 20 años, fueron vistas por última vez el pasado viernes al subir a una camioneta Chevrolet Tracker blanca. Días después, sus cuerpos fueron encontrados enterrados en el fondo de una casa.
La investigación ya dejó cinco detenidos, entre ellos Lázaro Víctor Sotacuro, arrestado en la frontera entre La Quiaca (Argentina) y Villazón (Bolivia). Otros sospechosos fueron imputados por homicidio agravado y encubrimiento agravado. Además, otro implicado, Mauricio Ozorio, de nacionalidad argentina, tiene también orden de captura internacional.
Los investigadores sostienen que Pequeño J habría ordenado el crimen como una muestra de disciplina criminal, con el fin de fortalecer su poder dentro de la estructura narco. Fuentes del Ministerio de Seguridad de Buenos Aires lo califican como un sujeto “desquiciado”, capaz de utilizar la violencia extrema para consolidar su liderazgo.
