¿El apellido y la política pesa más que el talento? En el Perú, esta premisa parece seguir vigente en las altas esferas del poder, donde los vínculos familiares continúan abriendo puertas que permanecen cerradas para miles de jóvenes formados con sacrificio, pero sin padrinazgos políticos.
Esta es la historia de Verónica Maza Escobal, hija de la actual consejera regional por Trujillo, Verónica Escobal, y su ascenso vertiginoso en la administración pública, precisamente en el Congreso de la República.
A sus escasos años de experiencia profesional y con apenas el grado de bachiller, Maza Escobal ha sido contratada en el área de Desarrollo y Bienestar del Personal del Parlamento nacional, percibiendo un sueldo superior a los 4 mil soles mensuales.


Una cifra que contrasta con la realidad de miles de jóvenes titulados y con maestrías, quienes pese a sus méritos académicos, apenas logran contratos precarios o son víctimas del desempleo.
La pregunta es inevitable: ¿cómo llegó Verónica Maza al Congreso? Su madre, Verónica Escobal, militante activa de Alianza Para el Progreso (APP) y consejera regional por Trujillo, ha señalado que su hija cuenta con una maestría en España. Sin embargo, hasta el momento no se ha presentado documentación oficial que respalde esta afirmación. Ni el Congreso ha transparentado el proceso de selección, ni existen registros públicos disponibles sobre dicha especialización.
Lo que sí se conoce es el contexto político en el que se da esta designación. Verónica Escobal, otrora crítica de los partidos tradicionales, ha transitado por diversas agrupaciones políticas hasta recalar cómodamente en las filas de APP, agrupación liderada por César Acuña.



Desde su escaño regional, Escobal ha guardado un silencio sepulcral frente a los cuestionamientos que recaen sobre el partido de gobierno regional, el mismo que ha sido vinculado constantemente a prácticas de clientelismo y reparto de cargos.
Fuentes del propio Congreso, que prefirieron mantenerse en reserva, confirmaron que el cargo que ostenta Maza Escobal es parte del aparato de contrataciones que suele rodear a las oficinas parlamentarias vinculadas a APP. Si bien legalmente no hay impedimento alguno para su designación, el trasfondo ético y político resulta cuestionable. ¿Es esta la meritocracia que prometieron defender?
Desde las redes sociales, el caso ha generado una oleada de indignación. La ciudadanía no ha tardado en denunciar lo que consideran una práctica recurrente: familiares de políticos accediendo a puestos públicos sin concurso ni transparencia. “Mientras mi hija con maestría no consigue ni una entrevista de trabajo, los hijos del poder siguen trepando por escaleras invisibles”, escribió una madre trujillana en Facebook.
Este no es solo un caso aislado. Es el reflejo de una cultura política donde el mérito se subordina al apellido, donde los partidos se convierten en redes de favores, y donde el Estado es capturado por intereses personales. Verónica Maza Escobal hoy representa, para muchos, el símbolo de un país que aún no aprende a distinguir entre servicio público y patrimonio familiar.
Mientras tanto, en las calles, en las universidades, en los hogares humildes de Trujillo y de todo el Perú, miles de jóvenes siguen apostando por el camino largo del esfuerzo, sin saber si algún día el mérito será suficiente para llegar.