Por Jair Alvarado Espinoza.
Cuando pensamos que los problemas que enfrentamos actualmente son nuevos o únicos, no somos conscientes de que las acciones humanas siguen siendo las mismas y que solo cambian los personajes. El escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa, autor de la novela El Gatopardo, ambientada en la unificación de Italia ocurrida durante el siglo XIX, nos muestra el cinismo y oportunismo de los individuos para adaptarse a los cambios de los sistemas políticos.
El Gatopardo es el emblema de la familia del personaje principal de la novela, Don Fabrizio, príncipe culto y respetado que, resignado, entiende que su poder empieza a deteriorarse con la llegada de Garibaldi a sus tierras, quien promueve la unificación de Italia y, por lo tanto, la pérdida de su principado y de todo su estilo de vida aristocrático.
El sobrino estimado de Don Fabrizio es Tancredi, personaje oportunista y ambicioso que, ante la llegada de Garibaldi, rápidamente manifiesta su apoyo al nuevo régimen contrario a su tío y sustenta su comportamiento desleal con la célebre frase “Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Esta frase resume la esencia del oportunismo al considerar que debemos adaptarnos a los cambios para poder mantener o aumentar nuestros privilegios.
En el Poder Ejecutivo tenemos un personaje gatopardista, Alejandro Salas, que puede participar en cualquier partido político sin ningún inconveniente: Solidaridad Nacional, Somos Perú, Perú Libre o simplemente el que sea gobierno; puede desempeñarse como ministro de Cultura, de Trabajo o donde lo designe el presidente sin importar sus competencias profesionales.
En el Congreso tenemos como ejemplo a los denominados “tránsfugas”, por eso nos preguntamos ¿qué es peor que un gatopardo? Un gatopardo con iniciativa, cuando después de renunciar a su partido político, se une con otros de su misma especie para lograr sus objetivos, formando partidos como Perú Democrático, Integridad y Desarrollo, Perú Bicentenario o Bloque Magisterial, para beneficiar a la camarilla que los llevó al poder.
De ahí la importancia de realizar las reformas para la elección y renovación congresal, así como el perfil profesional para funcionarios públicos de alto nivel; por ello, cuando veamos a personajes políticos que se denominan de izquierda, derecha o centro fusionarse por obtener sus intereses particulares y defender con cinismo lo indefendible, sabremos ahora que su verdadero partido político se denomina “gatopardismo”.