La tranquilidad y el orden en el distrito de Laredo se ven amenazados por la venta y el consumo indiscriminado de bebidas alcohólicas en la vía pública, a pesar de que existe una ordenanza municipal que lo prohíbe expresamente. Diversos establecimientos como bodegas, cantinas y minimarkets continúan expendiendo alcohol a pocos metros de plazas, iglesias, centros de salud e instituciones públicas, sin que se apliquen sanciones visibles.
Esta situación ha generado el malestar de vecinos y transeúntes, quienes cuestionan el rol de la Subgerencia de Seguridad Ciudadana y exigen una acción más firme por parte de las autoridades municipales. “¿Dónde están los operativos? ¿Dónde están las sanciones? Los vecinos ya no queremos más borrachos en las esquinas o peleas en las plazas. Se ha perdido el respeto a las normas”, señala un comerciante del centro de Laredo.


La ordenanza vigente prohíbe claramente la venta de bebidas alcohólicas a menos de 100 metros de espacios públicos sensibles. Sin embargo, en los alrededores de la plaza principal, frente a centros médicos o incluso cerca de colegios, se pueden observar locales expendiendo licor sin restricciones, y personas consumiéndolo a la vista de todos, incluso a plena luz del día.
Las críticas apuntan directamente a la Subgerencia de Seguridad Ciudadana, encargada de hacer cumplir estas disposiciones. Hasta el momento, no se han reportado clausuras, sanciones ni campañas preventivas que busquen reducir este problema. Además, algunos pobladores denuncian que los operativos se realizan solo de manera esporádica y sin contundencia.

“Ya no se puede salir tranquilo por el parque con los hijos. A veces hay grupos tomando desde temprano, haciendo bulla, y nadie dice nada”, comenta una madre de familia.
Aunque el alcalde de Laredo ha declarado públicamente su intención de recuperar el orden y la seguridad en su distrito, los ciudadanos critican que sus funcionarios —especialmente gerentes y subgerentes— no estarían cumpliendo con la tarea asignada. La falta de una estrategia articulada de fiscalización deja un vacío que es aprovechado por comerciantes inescrupulosos y consumidores irresponsables.