La violencia desatada por la minería ilegal en el ande liberteño cobró este fin de semana un nuevo y alarmante episodio. Trece trabajadores de la empresa R&R, que presta servicios a la minera Poderosa, fueron secuestrados en el convulsionado distrito de Pataz, en circunstancias aún poco claras, pero que según fuentes locales apuntan a una sola dirección: las mafias de extracción ilegal de oro que desde hace años controlan vastas zonas del interior liberteño.
Las primeras informaciones obtenidas revelan que el cabecilla de este acto criminal sería un conocido delincuente apodado ‘Cuchillo’, uno de los rostros más temidos en la red de minería informal de la sierra norte.
Hasta el momento, se ha podido identificar públicamente a ocho de los trabajadores secuestrados: Nilver Joel Pérez Chuquipoma, 24 años; César Rospigliosi Arellano, 39 años; Frank Jesús Monzón Valeriano, 24 años; Jhon Cristian Facundo Inga, 30 años; Franklin Vicente Facundo Inga, 24 años; Josué Carbonell Beltrán; Alexander Domínguez y Juan Ñaupari Salva
Todos ellos, según sus familiares, son oriundos de Trujillo o radican en la capital liberteña, donde hoy sus seres queridos claman públicamente por su pronta liberación y protección.
«Desde el sábado no sabemos nada de ellos. La Policía nos dice que están investigando, pero no vemos acciones concretas», relató entre lágrimas la madre de uno de los secuestrados durante una conferencia improvisada frente a los medios.
El dolor de las familias se agrava por la aparente ausencia de respuesta de la empresa R&R, para la cual prestaban servicios los trabajadores afectados.
«Ni un comunicado, ni una llamada. Se lavan las manos. Como si nuestros hijos fueran prescindibles», denunció otra madre afectada, con evidente indignación.
La empresa Poderosa, una de las más importantes en la región en términos de producción aurífera, ha sido en los últimos años objeto de repetidos ataques, extorsiones y actos de violencia perpetrados por bandas de minería ilegal, que ven en su infraestructura y operaciones un botín estratégico.
Sin embargo, esta vez el nivel de osadía —el secuestro de un grupo numeroso de trabajadores— evidencia que las mafias no solo operan con total impunidad, sino que han logrado establecer un verdadero régimen de terror en varias localidades del ande liberteño.
El fantasma de ‘Cuchillo’
Aunque los detalles de los hechos aún son imprecisos, múltiples fuentes locales apuntan a que detrás del secuestro estaría un criminal conocido como ‘Cuchillo’, un viejo operador de las redes de minería ilegal en Pataz, con amplio prontuario en extorsiones, sicariato y tráfico de insumos químicos.
‘Cuchillo’ —cuyo verdadero nombre las autoridades prefieren mantener bajo reserva— ha sido vinculado a diversos actos de violencia en zonas como Parcoy y Pías, donde se disputan rutas y terrenos auríferos con sangre y fuego.
«En Pataz, ‘Cuchillo’ manda. La Policía no entra sin pedir permiso. Todos lo saben, pero nadie lo enfrenta», reveló un ex trabajador de la zona que pidió anonimato.
La presencia de estos grupos armados no solo amenaza la operación formal de las empresas mineras, sino la vida misma de miles de pobladores atrapados entre la pobreza y el crimen organizado.
Una región bajo fuego
La provincia de Pataz se ha convertido en los últimos años en uno de los focos más críticos de violencia rural en el Perú. Según reportes de inteligencia, las bandas criminales que operan en la minería ilegal manejan enormes sumas de dinero producto de la venta clandestina de oro, superando en recursos incluso a las autoridades locales.