Vigilante muere intoxicado en campos de Agrícola Cerro Prieto

La noticia ha sacudido a la comunidad de Saltur y ha encendido las alarmas sobre las condiciones de seguridad en los campos de cultivo del norte del país. Henry Enrique Díaz Príncipe, un joven vigilante de 32 años, falleció en circunstancias que sus familiares califican de sospechosas y profundamente dolorosas.

Según los médicos, murió por intoxicación con órganos fosforados, una sustancia presente en muchos pesticidas, y hemorragia cerebral. Pero detrás de ese diagnóstico se esconde una historia que su familia exige esclarecer.

Todo ocurrió el pasado 2 de abril, cuando Henry Díaz fue encontrado inconsciente en la caseta de control donde cumplía sus funciones de seguridad en los terrenos de la Agroindustrial Cerro Prieto, una de las principales empresas agroexportadoras del país. Fue su compañero de turno quien dio la alerta. La empresa, según relatan los familiares, lo trasladó de inmediato en una ambulancia al Hospital de Chepén, donde los médicos identificaron signos severos de intoxicación. Poco después, fue derivado al Hospital Almanzor Aguinaga Asenjo de Chiclayo, donde falleció. El parte médico fue claro: intoxicación por órganos fosforados.

Lo que más ha indignado a los deudos es que, pese a los síntomas evidentes de intoxicación y el diagnóstico del hospital, el fallecimiento de Henry fue inicialmente registrado como muerte por causas naturales. Esto, para ellos, encubre una posible negligencia por parte de la empresa. La familia ha solicitado formalmente que el cadáver sea internado en la morgue para la realización de una necropsia legal, que determine con precisión las causas del deceso y si hubo exposición a pesticidas sin las debidas medidas de protección.

SILENCIO EMPRESARIAL

Hasta el cierre de esta edición, la empresa Agrícola Cerro Prieto no ha emitido ningún pronunciamiento oficial sobre la muerte de su trabajador. Ni una nota de prensa, ni una explicación a la familia. Solo el silencio. Este hecho ha generado malestar no solo entre los deudos, sino también entre otros trabajadores y vecinos de la zona, que temen que incidentes similares hayan sido encubiertos en el pasado.

Una fuente cercana a la familia señaló: “No podemos entender cómo una persona joven, sin antecedentes médicos graves, simplemente cae desmayada en su puesto de trabajo y muere al poco tiempo. Algo pasó en ese campo. Exigimos que se investigue a fondo”.

La muerte de Henry Díaz pone el foco en un tema urgente: la exposición de trabajadores a químicos agrícolas altamente tóxicos, muchas veces sin el equipo adecuado o sin haber sido advertidos de fumigaciones recientes. Los órganos fosforados, usados comúnmente en el control de plagas, pueden ser letales incluso en dosis pequeñas si se inhalan o se absorben a través de la piel.

Especialistas en toxicología han advertido que los síntomas de una intoxicación por estos compuestos incluyen náuseas, mareos, dificultad para respirar, convulsiones e incluso coma, todos ellos compatibles con el estado en que fue hallado Henry Díaz.

¿HUBO PROTOCOLO DE SEGURIDAD?

Hasta ahora, no se ha confirmado si en la zona donde laboraba Henry se realizaron fumigaciones recientes ni si se aplicaron los protocolos de aislamiento y ventilación que deben seguirse por norma. Tampoco se ha informado si el vigilante contaba con el equipo de protección adecuado o si fue informado de alguna aplicación de insecticidas en su turno.

El caso ha llegado a oídos de representantes sindicales y de organismos de derechos laborales, que han comenzado a pedir que se realice una auditoría de seguridad en la empresa y una investigación independiente del Ministerio Público.

Los familiares de Henry, devastados por la pérdida, han solicitado públicamente la intervención de la Fiscalía de Prevención del Delito y del Ministerio de Trabajo. Quieren saber si la empresa cumplió con las normas de seguridad, si intentó ocultar información y si ha incurrido en omisión o negligencia.

“Mi hermano se fue a trabajar sano. Nunca imaginamos que no volvería. No vamos a descansar hasta que se haga justicia”, dijo una de sus hermanas durante una breve vigilia en las afueras del hospital de Chiclayo.

Henry Enrique Díaz Príncipe tenía 32 años y vivía en Saltur, en la región Lambayeque. Era conocido por su carácter tranquilo y su compromiso con su familia. Sus restos están siendo velados en su tierra natal, mientras sus seres queridos claman por una verdad que, hasta el momento, sigue envuelta en silencio.

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Causa Justa

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