El Mossad, acrónimo en hebreo de Instituto para la Inteligencia y Operaciones Especiales, es uno de los servicios secretos más enigmáticos, efectivos y temidos del planeta. Fundado en 1949, apenas un año después de la creación del Estado de Israel, esta agencia es clave para la supervivencia del país en medio de un contexto geopolítico hostil, y su reputación se forjó a través de operaciones encubiertas que parecen salidas de un guion cinematográfico.
Más allá de los mitos y el aura de misterio que lo envuelven, el Mossad se ha consolidado como una de las principales agencias de inteligencia del mundo, junto a la CIA estadounidense y el MI6 británico. Su lema lo resume todo: «Donde no hay dirección sabia, el pueblo cae, pero en la multitud de consejeros hay seguridad»
La historia del Mossad está íntimamente ligada a la necesidad de Israel de defenderse en un entorno rodeado de amenazas. Su creación formal fue ordenada por el entonces primer ministro David Ben Gurión, quien comprendió que, más allá del ejército, Israel necesitaba un cuerpo secreto de inteligencia capaz de actuar en el exterior, anticiparse a las amenazas y ejecutar operaciones quirúrgicas con la mayor precisión posible.
En sus inicios, la agencia se centró en recolectar información sobre las intenciones militares y políticas de los países árabes vecinos, pero también jugó un papel decisivo en rastrear y capturar a criminales nazis escondidos en Sudamérica, siendo el caso más célebre el del jerarca Adolf Eichmann, secuestrado en Buenos Aires en 1960 y trasladado en secreto a Israel para ser juzgado.
OPERACIONES LEGENDARIAS
A lo largo de las décadas, el Mossad está detrás de algunas de las operaciones más audaces de inteligencia moderna. Desde el atentado contra científicos involucrados en programas nucleares de países hostiles, hasta la eliminación de figuras clave del terrorismo internacional, su rastro ha sido sutil, eficaz y, muchas veces, oficialmente negado.
Entre sus logros más conocidos está la Operación Entebbe (1976), un rescate de rehenes secuestrados por un grupo terrorista palestino y retenidos en Uganda. También figura el seguimiento y eliminación de los responsables de la Masacre de Múnich (1972), donde 11 atletas israelíes fueron asesinados durante los Juegos Olímpicos.
En años recientes, el Mossad ha sido vinculado con la operación que logró extraer archivos secretos del programa nuclear iraní en Teherán (2018), considerada por muchos como una de las maniobras de inteligencia más impresionantes del siglo XXI.
PERFIL Y ESTRUCTURA
A diferencia del Shin Bet (responsable de la seguridad interior) y de Aman (inteligencia militar), el Mossad opera exclusivamente en el exterior, con agentes que se infiltran en redes internacionales, operan bajo identidades falsas y actúan con autonomía en misiones sensibles. Su director actual, David Barnea, ha reforzado el papel del Mossad como eje en la lucha contra el terrorismo y la contención de amenazas nucleares.
Aunque su estructura es clasificada, se sabe que incluye divisiones de operaciones encubiertas, ciberinteligencia, espionaje humano (humint), análisis estratégico y cooperación internacional. Gran parte de su personal proviene de las filas militares o de las universidades más prestigiosas de Israel.
CRÍTICAS Y CONTROVERSIAS
Si bien el Mossad goza de un prestigio casi mítico, no ha estado exento de cuestionamientos. Diversos gobiernos han acusado a Israel de violar la soberanía de otros países con operaciones no autorizadas. Además, algunas de sus operaciones han resultado en errores fatales o víctimas colaterales. Sin embargo, para sus defensores, estos riesgos son parte del precio que Israel ha debido pagar para asegurar su existencia.
El Mossad no se limita a la obtención de inteligencia. En los últimos años ha desarrollado un brazo tecnológico y de innovación que colabora con startups y desarrolla herramientas de ciberdefensa. También ha sido clave en negociaciones de liberación de rehenes y en misiones diplomáticas no oficiales en zonas de conflicto.

