La inseguridad en la provincia de Virú, en La Libertad, parece no tener fin, y el reciente asesinato de Manuel Fortunato Asmat Abanto, un comerciante de 69 años, evidencia, una vez más, la alarmante falta de seguridad, pese a que el estado de emergencia en la región ha sido prorrogado por el gobierno central.
La tarde de ayer jueves, alrededor de las 5:00 p.m., los compradores y comerciantes del mercado Modelo de Virú fueron testigos de un ataque que escaló rápidamente a un trágico desenlace.
Según testigos y grabaciones de cámaras de seguridad, dos sicarios llegaron al lugar en una motocicleta lineal, irrumpieron en el puesto de Asmat y dispararon repetidamente contra él, ejecutándolo frente a los presentes, en plena luz del día. El comerciante fue trasladado de inmediato al Hospital de Virú por una ambulancia, pero no resistió las heridas. Los médicos certificaron su fallecimiento poco después de ser ingresado en la sala de operaciones, debido a tres impactos de bala en la cabeza y uno en el hombro derecho.
Este homicidio se produce en un contexto de creciente preocupación por la violencia descontrolada en la región. A pesar del esfuerzo del gobierno por contener la inseguridad mediante la declaración y extensión del estado de emergencia en Virú, Trujillo y Pataz, los hechos delictivos no muestran signos de disminuir. La extorsión y los asesinatos se han vuelto parte de la realidad cotidiana en estos lugares, con comerciantes y empresarios enfrentando amenazas y violencia por parte de bandas criminales que exigen pagos a cambio de «protección».
Manuel Asmat Abanto no era un extraño en el sistema de justicia. Según el registro policial, figuraba como testigo en una denuncia por usurpación interpuesta en el presente año, lo que plantea interrogantes sobre posibles motivos detrás de su asesinato. Las autoridades, no obstante, no han dado detalles sobre si esta conexión con un caso legal pudo haber influido en el ataque mortal que sufrió.
Los comerciantes de Virú viven en un clima de miedo y frustración. «No podemos trabajar tranquilos. Aquí todo el mundo paga algo, y si no lo haces, sabes lo que te puede pasar», comenta un comerciante del mercado Modelo que prefirió mantener el anonimato. La extorsión, lamentablemente, es un secreto a voces en la zona, y muchos prefieren no denunciar por temor a represalias, lo que a su vez permite que el ciclo de violencia y silencio se perpetúe. Hace unas semanas, un comerciante de Chao, un distrito cercano, también fue asesinado en circunstancias similares, mostrando una preocupante tendencia que parece ganar terreno en la región.
Los residentes y trabajadores del mercado exigen respuestas y acciones concretas por parte de las autoridades. La constante presencia de sicarios y extorsionadores pone en riesgo sus vidas y su sustento, y la desconfianza en el sistema se acrecienta cada día. «El estado de emergencia no está logrando detener esta situación. Ya no se trata de una medida temporal; necesitamos soluciones profundas y permanentes», reclamó un líder comunitario de Virú.