La historia se teje entre la bruma de la sierra de La Libertad, donde el misterio envuelve la desaparición del ingeniero Jheferson Hilario Arteaga. Sus pasos se esfumaron el 27 de junio, dejando tras de sí un abismo de incertidumbre y dolor en el corazón de su familia y en toda la comunidad.
En el laberinto de teorías y suposiciones, dos hipótesis se alzan como testigos de la tragedia. La primera, un oscuro vínculo con una organización criminal dedicada a la minería ilegal. En las entrañas de Pataz, bajo el cobijo de la noche, acechan aquellos que buscan apropiarse de las riquezas ocultas en las vetas de oro. Sin embargo, esta vez su objetivo pudo haber sido el ingeniero Arteaga, quien, bajo amenazas de muerte, sería una pieza clave para descubrir los tesoros ocultos.
La segunda hipótesis, en cambio, destapa la venganza como móvil de esta desaparición. Bandas mineras rivales se sumergen en un mar de sangre y codicia por el control de los socavones donde el mineral precioso yace. Sus ataques se han vuelto moneda corriente en la provincia, dejando a su paso un reguero de muerte y desolación.
La minera La Poderosa ha sido objetivo de estos sanguinarios enfrentamientos, y el secuestro de Jheferson podría ser una advertencia, un mensaje macabro de aquellos que luchan por el dominio de las vetas doradas.
Sin embargo, las respuestas son esquivas y el silencio abrumador. La investigación avanza a paso lento, sin resultados tangibles que puedan calmar el tormento de una familia que clama por respuestas. Marchas y protestas se han convertido en el grito desesperado de quienes exigen justicia y celeridad en la búsqueda de Jheferson. Los dueños de la minera La Poderosa son señalados con dedo acusador, mientras las autoridades se ven presionadas para intensificar sus esfuerzos en esta lucha contra el tiempo.
Jheferson Hilario Arteaga, un apasionado ingeniero de la minería, ha dejado un vacío en el corazón de quienes le conocen. Su tranquilidad y su dedicación al trabajo lo convierten en un enigma aún mayor. Sin enemigos conocidos ni motivos personales aparentes, su desaparición se vuelve aún más enigmática. La familia, con fe inquebrantable, aguarda el regreso de su ser querido y confía en que las autoridades emplearán todos los recursos disponibles para encontrarlo sano y salvo.
En Pataz existen cinco organizaciones criminales que se han adueñado de esta tierra, ondeando armas de guerra y sembrando el terror en cada rincón. Pistolas de nueve milímetros y fusiles AKM, herramientas de destrucción y dominio, acompañan sus incursiones en los socavones. Los trabajadores de La Poderosa son sus víctimas, arrancándoles el fruto de su esfuerzo con amenazas y violencia.