Por Gustavo Benites
Escritor y docente universitario
En julio de 1999 la UNESCO declaró que la violencia contra mujeres y niños es “la más persuasiva violación de los derechos humanos en el mundo de hoy”. La prostitución es una forma de violencia, la más cínica y descarada, amparada por nuestra legislación, en una sociedad hipócrita que vive en gran medida de los impuestos a los burdeles y penaliza a las mujeres que ejercen la prostitución clandestina.
Tan cínica que incluso hoy en algunos países capitalistas se ha agregado a los tradicionales sectores económicos, un nuevo sector: el ¡sector sexo!, junto al sector pesca, minas, construcción, agricultura, entre otros. Luego del tráfico de drogas y la venta de armas de fuego, la prostitución y el tráfico de mujeres y niños ocupa el tercer lugar en hacer dinero globalmente.
Y los que hablan de democracia, paz y orden, son los mismos prostibularios, los turistas sexuales, muchos de ellos pedófilos, figuras públicas en diversos países, incluido el nuestro. }
Lenin era muy contundente cuando afirmaba que una sociedad se mide por la forma en que trata a sus mujeres y a sus niños. Por su parte Flora Tristán exclamaba: “Jamás he podido ver una mujer pública sin ser conmovida por un sentimiento de compasión por nuestras sociedades, sin sentir el desprecio por su organización y odio por sus dominadores que extraños a todo pudor, a todo respeto por la humanidad, a todo amor por sus semejantes, reducen la criatura de Dios al último grado de abyección. ¡La rebajan por debajo de lo brutal!” Y agregaba: “La prostitución es la más horrorosa de las plagas que produce la desigual repartición de los bienes de este mundo. Esta infamia marchita la especie humana y atenta contra la organización social más que el crimen. Los prejuicios, la miseria y la esclavitud combinan sus funestos efectos para producir esta sublevante degradación”.
Las precisas palabras de Flora no admiten réplica y harían bien en hacer suyas todas las mujeres que se han dejado domesticar por una propaganda patriarcal, sexista y machista, que alaba la opción sexual por el meretricio, cuando está demostrado hasta el hartazgo que la prostitución es un problema fundamentalmente socioeconómico y que la mujer que la ejerce es una víctima y el prostibulario un delincuente que abusa de su poder, de su dinero y de su desenfreno.Y
Y a estos delincuentes nuestra legislación debería penalizarlos, siguiendo el ejemplo de Suecia que logró, en su momento, disminuir en 80% el ejercicio de la prostitución. En 1999 este país aprobó una ley que: 1. Penaliza la compra de servicios sexuales y 2. Despenaliza la venta de dichos servicios.
Entre los fundamentos de la ley se planteaba: «En Suecia la prostitución es considerada como un aspecto de la violencia masculina contra mujeres, niñas y niños. Es reconocida oficialmente como una forma de explotación…, y constituye un problema social significativo… la igualdad de género continuará siendo inalcanzable mientras los hombres compren, vendan y exploten a mujeres, niñas y niños prostituyéndoles». ¿Qué dicen a esto nuestros cristianísimos gobernantes? ¿No sería hermoso que un día se apruebe en nuestro país una ley semejante a la sueca y se promulgue un 8 de marzo de un año que no debe tardar? Entonces celebraremos.