La tragedia de Gaza/ por Alfredo Alegría

Por ALFREDO ALEGRÍA

Vuelvo a tratar sobre historia. Esta vez, sobre la tragedia de Gaza. Ciudad histórica que existía desde más de 1,500 a.C. Es más antigua que los hebreos, quienes recién llegaron a Canaán tres siglos después. El antiguo Canaán es hoy el actual territorio del estado de Israel, al que se debe agregar Cisjordania o la zona este del río Jordán. Es la “Tierra Prometida”, que los hebreos conquistaron a sangre y fuego, como cuenta la Biblia.

Gaza era capital de los filisteos, De Filistina o Palestina. Nunca perteneció al reino de Salomón, del s. X a.C. Fue sucesivamente conquistada por los asirios, los babilonios, los persas, los griegos, los asmoneos -que dominaban la Judea- los romanos en 63 a.C. y en 634 d.C. por los árabes, con toda Palestina. Fue tomada por los cruzados en 1100 y reconquistada por los árabes en 1187. En 1517, cayó bajo los turcos otomanos y liberada por los británicos en 1917. Siempre una historia convulsa.

Entre tanto, entre 1881 a 1914, debido al antisemitismo- comenzaron a inmigrar judíos europeos a Palestina, sobre todo desde Rusia…Esto continuó en los años 20, durante la I Guerra Mundial, los años 30 -desde Alemania, Austria, Polonia, Checoslovaquia- y luego de la II Guerra Mundial. La ONU formuló en 1948 un plan que dividía Palestina entre judíos y árabes, pero ese año Israel declaró su independencia. Esta se reforzó tras un primer triunfo contra los países árabes. Los británicos abandonaron Palestina. Israel anexó territorios que la ONU no le había asignado, como la zona occidental de Jerusalén.

Más de 700,000 palestinos tuvieron que huir debido a la guerra e Israel rechazó su retorno. Se refugiaron en Líbano, Siria, Jordania, Cisjordania y la Franja de Gaza. Esta fue ocupada por Egipto desde 1948 hasta 1967.

Ese año, Israel triunfó en la guerra de los 6 días y ocupó Cisjordania y la franja de Gaza. En 1978, los acuerdos de Oslo -entre Israel y la Organización de Liberación Palestina, representada por el grupo Fatah- confirmaron la independencia de la franja de Gaza y Cisjordania, formando el Estado palestino. Sin embargo, Cisjordania siguió, paulatinamente, ocupada por colonos israelíes y los palestinos desalojados de sus tierras. En 1994, Israel empezó a construir el muro que encierra la franja de Gaza.

Se sucedieron varias rebeliones o “intifadas” palestinas en Israel. En 1987 o “guerra de las piedras”; en 2000, contra la visita del primer ministro israelí a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, lugar sagrado musulmán; en 2017, al aceptar Trump que Jerusalén -territorio internacional- sea capital de Israel. Luego, en 2018 y 2019.

Entre tanto, colonos israelíes siguieron expulsando a los palestinos de sus tierras, pese a las protestas de la ONU, con excepción de USA, que tiene poder de veto en el Consejo de Seguridad.

En 2006, el grupo terrorista radical Hamas -que condenaba los acuerdos de Oslo- ganó las elecciones en Gaza. Este grupo recibía financiamiento a través de Qatar, irónicamente con aval de Israel, para dividir a los palestinos. Asimismo era financiado por Irán, que incrementó su apoyo desde 2020. En 2023, Hamas incursionó en Israel: asesinó unas 1,200 personas y tomó rehenes. Así empezó la guerra de Gaza. Acción que vemos en TV o redes. La respuesta israelí ha sido y es terrible. Su ejército comete crímenes de guerra contra civiles. Prohíbe la ayuda internacional para alimentación y medicinas. ¿En qué época vivimos?

Los gobernantes israelíes creen tener derecho a ocupar territorios que nunca le pertenecieron, tal como los hebreos que conquistaron la Tierra Prometida. Las sangrientas acciones que hoy realizan en Gaza y que incluso han motivado protestas israelíes, semeja una “limpieza étnica”. Los apoya la administración Trump. En la Biblia, el profeta Sofonías dice: “La palabra del Señor es contra ti, tierra de los filisteos, te aniquilaré hasta no dejar habitantes en ti”; el profeta Isaías: “mataré de hambre tus raíces, y exterminaré a tu remanente”.

Este año, Israel atacó a Irán que, por supuesto, respondió. Irán es un país de una historia esencialmente imperial. Desde el s. XVI sigue una secta musulmana chiíta, que se impuso en el poder desde 1979. Es una teocracia. Creen que llegará un Mesías -o Mahdi- junto con Jesús, a restaurar la paz y la justicia. La Yihad -o “guerra santa”- es una lucha por el perfeccionamiento personal y también una guerra defensiva.

Según la Biblia y el Corán, judíos y árabes descienden de Abraham. Su esposa, Sara, no podía tener hijos y entonces dijo a Abraham que lo tenga con su esclava Agar, egipcia. Nació Ismael. Luego, Sara concibió milagrosamente a Isaac. Ella exigió a Abraham que expulse a Agar y su hijo al desierto. Sobrevivieron protegidos por un ángel. De Isaac descienden los hebreos y de Ismael, los árabes. Qué extraños relatos imaginan los hombres para explicar los rumbos de su historia.

En el libro bíblico del Levítico, se señala: “Cuando un extranjero viva entre ustedes en su tierra, no lo maltraten…Ámenlos como a ustedes mismos, porque extranjeros fueron ustedes en la tierra de Egipto”. ¿Entonces? Gaza es un símbolo del grado de odio que los seres humanos pueden alcanzar. Un símbolo de lo que causa el poder del dinero y la política. Un símbolo del fanatismo de los unos y los otros. Y ellos sí saben lo que hacen. ¿Nos inclinaremos a lo inevitable y diremos sin fe que todo está consumado?

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